ANA
CARLA:
Mientras caminaba por las 12 cuadras del barrio donde vivía, los perros me ladraban desde lejos y siempre distraída miraba la gente que iba y venía, mi única amiguita Daniela jugaba en su puerta con la bicicleta de su hermano, me decía “¿Bienes más tarde para jugar?”, “Pero espérame, al terminar de almorzar volveré”, le dije y se fue pedaleando con su bicicleta más grande que su cuerpo, “No te olvides…” diciéndome.
A
las 12:45 pm la campana de la primaria Santa Teresa resonaba indicando la
salida, todos corrían y todos gritaban Salida… Salida… los profesores quedaban
parados e interrumpidos con sus clases. Yo tome mi mochila cuadrada con los 4
cuadernos color naranja que siempre llevaba y mis dos lapiceros baratos, el
hambre me molestaba y el estómago zarandeaba muy caliente, con mi cara de
inocente, niña bonita de 10 años siempre tímida y sonriente; Salí del aula y
del colegio; sola sin amigas ni amigos mientras el calor ardía aquella tarde.
Mientras caminaba por las 12 cuadras del barrio donde vivía, los perros me ladraban desde lejos y siempre distraída miraba la gente que iba y venía, mi única amiguita Daniela jugaba en su puerta con la bicicleta de su hermano, me decía “¿Bienes más tarde para jugar?”, “Pero espérame, al terminar de almorzar volveré”, le dije y se fue pedaleando con su bicicleta más grande que su cuerpo, “No te olvides…” diciéndome.
Mattie
mi perra de raza pekinés siempre venía a alcanzarme batiendo el rabo, a una
cuadra de casa atolondrada se lanzaba en mis brazos, cuando tenía 7 años podía
tumbarme, pero ahora ya no, hacía calor mucho calor y el pelaje de Mattie se
pegaba en mi uniforme azul marino, una falda de tela doble y blusa blanca de
algodón. Mis padres decían que yo tenía el pelo más fino y lacio de toda la
ciudad, siempre amarrada con una cola, tome la llave de mi puerta y ansiosa
entre.
Mi
casa parecía abandonada, solo un par de moscas chisporroteaban en la sala, mama
siempre contestaba desde la cocina y el aroma del almuerzo se sentía hasta el
alma, pero esa tarde no había nadie, solo cuando vi bien; había alguien tirado
en el sofá bocabajo, con polo, un polo marrón y cabello corto, era mi tío
Samir, estaba ebrio respiraba espeso y salía un aliento fuertísimo,
mi instinto hizo un gesto de asco en mi rostro y me fui al baño porque quería
hacer pis.
Delante
de mi espejo, después de orinar; me lave la cara y con la toalla fresca me
seque y salí corriendo hacia la cocina, yo tenía hambre, busque sobre las
estufas algo de comer, había dos ollas sobre las hornillas apagadas. Mientras
buscaba algún plato, cubierto y algo de refresco en la nevera; él ya me estaba
mirando desde la sala, como cogía un banquito para alcanzar la olla y mientras
quebraba mi cuerpo por debajo de mi falda se veía mis piernas y jamás me di
cuenta.
Él
se acercaba sigiloso ebrio y obeso, despeinado con sus ojos de enfermo, yo me
di cuenta cuando se había parado y apoyado en la puerta de la cocina, “¿Puedes
servirme algo de comer?” me dijo y yo me asuste y ya calmada le dije “Si tío,
como no, tome asiento”, solo movió la cabeza y no se fue a tomar asiento.
Seguía mirándome pero no sospeche nada malo, seguía con la cuchara y otro
plato para servirle arroz con guiso de espaguetis; que mi madre había dejado,
supongo que antes de salir, no sabía a donde se había ido.
Seguía
con la respiración espesa y el tufo insoportable mientras almorzábamos en la
mesa, “A donde se fueron tus papás…”me dijo con la voz arrastrada, “No sé”
respondí, “¿puedo descansar en la habitación de tus papás?” me preguntó, estaba
mareado para preguntarme eso, quede callada y se perdió mi apetito, “Anita
llévame a descansar, en alguna habitación”, pregunto casi babeando y asqueroso,
“Puedes ir a la habitación de visita, está abierta” le ordene y me pidió que lo
llevara por favor y no podía ni moverse. Tome de sus brazos e hice lo que me
pidió, lo llevé casi sufriendo, moví la manija de la puerta y se abrió.
Se
paró en la puerta con la cabeza gacha y ojos cerrados en la puerta, siempre
respirando espeso y me apretó la muñeca de la mano y me asuste, solo tenía 10
años, no podía controlarlo, con sus manos toscas y forzudas me tomo de la
cintura, yo no podía gritar y le dije “¡Suéltame tío!” casi temblando en
instantes, pero me cogió de las caderas arrugando mi camisa blanca de algodón y
me llevó contra la cama, quise escapar gateando sobre la sabana y me tomo de
los pies.
Sentí
como nubes su aliento alcohólico en mi delicado cuerpo, empezó a besarme,
manosearme impidiendo que escape, ya no tenía fuerzas, yo lloraba ahora fuerte
y me tapaba la boca, cuando escuchaba sonar la hebilla de su pantalón
abriéndome los muslos, mis pequeños muslos… y le decía llorando “Tío déjame por
favor, por favor déjame ya… ” Llorando, Yo sentía que me quemaba, casi no
respiraba y de a poco perdía el conocimiento. Ya no hacia fuerza para huir, mi
cuerpo no respondía.
Si
tan solo Mattie fuera humana me salvaría, solo ladraba desesperada y luego oía
que aullaba y en ecos se perdía en mis oídos, ya nada tenía sonido, en momentos
perdía la audición, él me mordía el hombro izquierdo, su cuerpo pesado sobre
mis muslos, era tanto dolor que ya no sentía toda mis extremidades, mientras
miraba un oso peluche sobre el armario junto a la ventana y segundos más tardes
sonó la puerta de mi casa, alguien había venido.
Él
se levantó rápidamente y por los pantalones bajados cayó sobre el piso que
hasta oí como sonó el hueso de sus rodillas al chancarse, yo no podía moverme,
mi boca estaba semiabierta. El quien había entrado a casa; era mi padre a quien
solo escuchaba gritar, no sé qué diría, la puerta se golpeaba contra la pared y
Mattie seguía ladrando, yo estaba casi inconsciente y mis lágrimas caían solas
como agua en cataratas.
Después
de algunos minutos mi padre vino abrazarme, en lágrimas diciéndome “Aquí estoy
hija mía, aquí estoy…” mi alma volvió y recién empecé a gritar como nunca había
llorado, estaba temblando y empezaba a dolerme todo el cuerpo, me hizo sentar y
como en las películas de terror vi las manos de mi padre embarrada de sangre y
llena de sangre su camisa, entre lágrimas y sufrimiento me dijo “ya lo
mate hija mía, ya lo mate…”
***FIN***