31 de enero de 2015

Adictos todos

El pasado fue mejor, es mejor, es mejor tu amor pasado, los días, las noches del pasado, de tiempo atrás, cuando sentías cosas mucho más maravillosas que las pusilánimes y pesimistas de ahora. El pasado fue una historia que no te diste cuenta en que momento terminó, en qué momento se convirtió en ahora. La música del pasado fue mejor, Show me the way de Peter Frampton sonó mejor que las canciones de ahora, las radios, los cassetes, vinilos o discos compactos fueron mejores.

La política fue mejor, los escándalos y desapariciones de personas fue mucho más misterioso e interesantes que ahora, los periodistas fueron mejores, los periódicos chicha con las historias noticiosas como novelas cortas improvisadas fueron mejores que las notas periodísticas de ahora por internet. El fútbol fue mejor, clasificamos al mundial y los futbolistas mandaban saludos desde Europa y todo el país trastornaba.

La ropa fue mejor, los jeans, las bufandas, los suéteres, gafas y las guayaberas fueron mejores, el cigarrillo en la boca mientras hablaban fue mejor, mucho mejor que las señales de no fumar en lugares públicos, eso es patético.

El presente no fue mejor o no es mejor, es abrumador, es un suplicio, tu amor de ahora es una pesadilla, no te vas a casar con ese amor y lo sabes o si ya te casaste; estas arrepentido o si crees que eres feliz, piénsalo. Nada suena como antes, porque estamos tan encandilados con el pasado, inclusive con ayer y el hoy que se convierta en ayer o que se acabe ya de una vez este día de mierda, pasado a la historia es mejor, acaba con todo, termina, extermina, sucumbe, vuela, funde, no hay presente, todo se va al pasado y es mejor.

Hace un mes, un año, hace un día; es mejor que hoy día, el perreo de los dos mil sonó bien, el reggaetón del 2006 fue mejor, tu preparatoria y las academias fueron mejores que tu paso en la universidad, la universidad fue mejor que el empleo y los jefes obstinados de ahora, peor que el anterior, cada vez más en peor, cada vez es más inútil la vida, y desearías haberte muerto y hasta lo muerto no es una gran idea para huir, porque lo único que quieres es volver al pasado, porque fue mejor evidentemente, porque ahora estás viviendo el ahora y extrañas al pasado como a mamá, porque sabes cómo pasó todo y si volvieras; cambiarías algunas cosas, las que te hicieron un desborde y no salió bien, las cosas que no harías; los arias, por eso es mejor y fantaseamos con la máquina del tiempo, porque embestirás contra toda ley, nada interesa más que revivir el pasado fue mejor.

Algo que no sabes es que el presente será pasado y te duele la cabeza pensar algo que no asimilas bien o no lo quieres asimilar, no importa, mientras pienses que pudiste hacer algo está bien, esa ilusión vigente abrumadora.

El futuro es un silencio, aun nadie habla, pero de seguro no es para nada novedoso y si no es novedad no es privilegio, no es mejor, no sirve, nada mejor que el pasado, el pasado redundante, incansable de nombrarlo, incansable de recordar, echamos de menos todos juntos al recuerdo, conmemoramos como patriota todas las noches y nos tomamos fotos para recordarlo más adelante, porque somos masivamente adictos al recuerdo, queremos dejar más evidencias que un asesino improviso.

Queremos que nos descubran, que nos pregunten, que nos digan: ¿Tú hiciste esto? ¿Tú eres esto? Viendo una foto tuya y les cuentes a lujo de detalle, creando envidia inocente, decirle en metáfora que ahora estas hecho de desgracia, que un carajo vales ahora y lo pasado fue mejor, ¿Porque crees que a tus hijos les contaras tus aburridas historias y que para ti fueron mejores?, porque lo haces o porque les cuentas a todo el mundo tu estúpido pasado, porque escribes en un mentecato blog, porqué.

Es así, si no extrañaríamos no habría canciones que hablen de los tiempos mejores del pasado, de los recuerdos, Paul McCartney no hubiese compuesto Yesterday, es finalmente esa la conclusión, eso, que somos partidarios del pasado, adictos todos, queremos recordar y amamos al pasado porque fue mejor.

7 de enero de 2015

Mi asiento veintiocho ventana

Me subo al bus a las cinco y media de la tarde, el día estaba un poco nublada, con garua y tenue llovizna, después de estar unos días con mis padres y recibir el año nuevo en medio de pirotecnia y la discusión asambleísta de: a quien quemar con el año viejo; sin duda toda una junta inolvidable que pareciera el último, el último año nuevo que la pasemos así de muy amalgamados, uno nunca sabe.

Entonces me subo al bus y busco mi asiento, es el veintiocho ventana, mi madre y mi hermana lo reservaron hace algunos días tras, siempre les pido ventana y si es posible que se habrá fácil en emergencias para tirarme por ahí si alguien suelta una flatulencia. Desconfió mucho de los buses por más pagados que sean siempre tengo que encontrarme con los gordos y gordas viajantes, las viejas asmáticas, los bebés llorones y los que creen que es conmovedor verlos tragar guiso con pollo.

Apenas veo el asiento veintiocho y me siento hacia la ventana, ¡obsesivamente! como quien teme que le quiten su asiento veintiocho ventana. El bus enciende y hago memoria de si me olvide algo y ciertamente sí. Mi madre muy detallista me preparo una pequeña caja con algunos dulces, bocadillos y derivados, de inmediato llamé a mi padre quien me trajo a la agencia, le dije que la caja se quedó y me cortó de inmediato.

El bus empezó a marchar y ni bien se movió el vehículo, me coloque los audífonos que me regalo un amigo en los amigos secretos, un audífono que me retapa el oído y solo me concentra en las canciones del reproductor en el Smartphone. Di por perdida la caja de mi madre, supongo que debía enviármela ya al día siguiente, pero apenas el bus se conectó con la autopista central hacia la salida de la ciudad; vi a mi padre entre la ventana cual escena de película, conducía como Paul Walker atrás del bus, me quito los audífonos que tocaba U2 y lo dejo en pause, me levanto del asiento, camino por el pasillo, me acerco a la cabina de los pilotos y les pido que por favor se detengan y les explico la situación, mi padre viene como loco atrás haciéndome el alcance de una pequeña caja que por tarambana olvidé, me da la contra el gordo chofer renegado, ándate al carajo le digo en mi mente y le suplico una vez más—la escena continua—mi padre está conduciendo como loco atrás del bus y no logra adelantar porque la autopista aun es angosta.

El gordo chofer renegado como quien me escucha la mentada de madre me dice que se va a detener pero advierte que debí registrarlo en la agencia y que si es droga estaré en problemas, le remento a la madre en mi mente y le sonrío diciéndole que solo es una caja inocente, nada que temer. Se detiene el bus, mi padre se acerca por el lado lateral y alcanza la caja al terramozo por la puerta, le remento a la madre y le digo gracias, vuelvo a mi asiento veintiocho ventana, le pongo play a U2 y por fin empieza el viaje.

Los viajantes aún están inquietos, los que viajan en familia revisan que los niños estén bien, los enamorados se besan y los amigos se ríen a carcajadas al fondo, algunos otros aun caminan por los pasillos, le subo el volumen a la música y quiero ver solo a personas en mimo, no oigo nada.

El asiento veintinueve, es decir el asiento a lado estaba aún libre, debía subir su dueño en la próxima parada, me preguntaba quién será: acaso uno del prototipo de viajantes, será acaso una gorda vegetariana que me cope todo el asiento, un viejo asmático respirando espeso, una madre soltera con sus bebé llorona, un comelón asqueroso de guiso o una chica coqueta o un gay, la cosa es que me quedé dormido en concierto mientras lo estaba pensando.

Pasan como tres horas y despierto, se acerca alguien y me reclama por mi asiento veintiocho ventana, retírese de mi asiento, me dice una gorda, quiere votarme al asiento veintinueve pasillo, me olvido de todo y me empieza la disputa, explico que el asiento veintiocho ventana fue reservado por mi madre con muchos días de anticipación y no vas a votarme, gorda vegetariana, le digo en mi mente, no quiero moverme de mi asiento, no quiero y no me muevo, la gorda deja caer su trasero enorme en la veintinueve y de inmediato bajo el separador de asiento, de seguro me está puteando pienso, veo su rostro me está hablando, yo no sé, estoy con música y no escucho nada.

No si el año pasado me he portado mal, he hecho cosas que quizá no tenían mérito, quizá este año ya esté haciendo mal las cosas, mi agnosticismo va enloquecer a mi madre por ejemplo, quien antes que me vaya me dijo, anda hijito resale a la virgen o anda a la iglesia, no lo hice porque mejor era comerme la pizza que hicieron en casa. Ahora en el bus pienso que quizá debí ir a la iglesia a saludar a la virgen por si las moscas, porsiacaso, para asegurarme, quizá me vaya mal ya estoy reflexionando o hay que excusarle a la Karma, debo hacer cosas buenas.

El bus se detiene y bajamos todos a cenar, no quiero dejar mi asiento veintiocho ventana, pienso que la gorda me la quite, pero también tengo hambre y bajo a encontrarme con un frio atroz, con una lluvia uniforme, un restaurante muy malo, es exclusivo de la empresa de transporte, es decir que es el único, no hay nada más que hacer, el hambre me da una emboscada y necesito algo en el protestante estómago. Pido una chaufa y un café cargado con limón, pero al final dejo el Arroz Chaufa, de inmediato estoy tuiteándolo todo.

Abordo el bus y salimos por una corta calle de esta parada, hay un semáforo y justo escuchaba One of Us, vi por la ventana empañada a una niña que vendía mate de hiervas bajo la lluvia con los zapatos viejos y mojados y pensé no comprar una Coca sino: un mate, de la niña, de inmediato abro la ventana y compro un mate, pensé que debo hacer cosas así, cosas buenas.

El bus llegó al destino en la madrugada, cogí mi caja y mi mochila, la gorda que viajó conmigo me miró con una cara de ándate al carajo, me fije de casualidad y mi asiento era veintiocho pasillo y era veintinueve el de la ventana, que estupidez la gorda tenía razón y solo baje de prisa, volví a mi pequeño departamento, tosiendo, todo un tísico profesional, casi botando sangre como los grandes. Algo bueno si defendí en el viaje, mi asiento numero veintiocho ventana.
 
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