Ella
caminaba cansada alrededor de la banquilla del parque, el miraba desde el
balcón de la casona sentado en silla de madera mientras leía un periódico
dominguero, ella ha dado cientos de vueltas como lo aria un viejo reloj pero en
sentido contrario, el baja los lentes hasta abismo de su respingada nariz y la
mira fijamente sus cabellos despeinados y sus botas desgastadas, ella no se
detiene, él se pone de pie y deja el periódico Dominguero sobre la silla, ella
mueve las muñecas y sus alambradas manos al compás de sus botas cada vez más
rápidos y cada vez menos rápido, el guarda sus anteojos en el bolsillo de su
guayabera y baja las escaleras dejando caer un macetero de margaritas rosas y
el sobrero negro que lleva como prenda.
Ella está caminando acelerada con los
parpados dormidos con lagañas colgadas y chalina ensuciada, el abre la puerta y
la puerta la deja abierta mientras corre y corre como quien sueña y sueña
alcanzar el sueño y si corre sin perderla de vista, ella camina cabeza gacha y
el pelo sucio lento como tortuga como oruga lastimada, él se detiene y levanta
el brazo como quien alcanza la gloria pero falta para tocarla y retoma el vuelo
pero sin desempapar su mirada, ella empieza a acelerar los paso como si fueran
redobles en suspenso de un tambor sin fondo y soplando murmuras inentendibles y
enredadas ya con los dedos en la boca, él ha llegado, se para frente a ella
cogiéndola fuerte de los brazos, ella se enfierece e intenta tirarlo contra el
piso de piedra de los siglos colonos, él la sostiene más fuerte y solo la mira
a los ojos, sus ojos desviados y perdidos pero sacudiendo su brazos como
pidiéndola que la suelte para retomar su marcha, él la abraza más fuerte muy
fuerte, ella se tranquiliza, él la mira infinito, ella solo llora, el apenas
lograr sacar su saco y la cubre sin dejarla de abrazar, ella se pierde entre
sus cabellos esponjados y largos, él la besa en la cabeza, ella deja caer
gotillas de lágrimas, el llora también, ella dice: Banca, en la banca—con voz
baja—el solo hace: shuuu… encogiendo los labios, ella suspira lerdo y cansada ,
ella dice: Aquí lo espero, él dice: ya paso, ella dice sofocada: regreso al
tiempo…, él la interrumpe y le dice: le dice mama y la abraza más fuerte con
las mejillas mojadas, el viento sopla, los ropajes flamean y el llanto fluye.
Gracias amigos y
disfruten de la primavera y del mes de septiembre que ya se nos va.
Que
tal como están ya estamos a fines de septiembre y a principiado la primavera,
los campos seguro ya lucen capas verdes eso espero, bueno la historia que
escribí fue una inspiración de un suceso ficticio con rasgos reales, quise
rodarlo en un cortometraje o quién sabe si más adelante podría hacerlo, a mi
especialmente me gusto esta historia de amores eternos y las locuras inauditas
que concebiríamos de tanto enamorarnos, ella no sé si estaría loca pero daba
vueltas en sentido contrario de un reloj a la banca cada domingo porque soñaba
retroceder el tiempo y poder recuperar a su esposo quien falleció tiempo atrás,
los miércoles la espera sentada en la misma banca confiada en que llegue porque
fue un miércoles y ahí donde se citó por primera vez, su hijo es un redactor
del periódico “Dominguero” , cada domingo suele recoger a su madre en la plaza
principal de la ciudad, la gente del pueblo ya conocen esta esta escena y ya no
toman importancia, solo queda mirar y pensar que tanto podría durar el amor y
hasta donde.