6 de diciembre de 2012

Hojas

Las hojas del silencio me incitan a pensar, no se desprendan como si invierno ya nos hubiese bañado , cantemos una sonata para el amanecer o una cunera aquella que me cosquilleaba de bebé, no se caigan hojas del tiempo y del espacio, acompáñenme a vestir mi pesar y tomen de mis venas rencorosas que pintan en mis brazos para recorrer la rabia debajo de una copa amarga esta noche, que tiriten sus ojos no importa, que caiga la cascada y que no haya remolinos en esta habitación, ya no importa. 

La lluvia moja al alma cuando no nos abrigamos bien y salimos a caminar en lloviznas, cuando no debemos salir y aprendemos a correr riesgo como cuando rueda la piedra en un torrente, la gente; la gente solo mira porque te has pintado la cara y aglomeras tu circo pretencioso. No se caigan todavía hojas hojitas restos de primavera, entiendo que ya paso el tiempo de los cantos y los viajes en corceles por los campos de artes de tempera amarilla, verde y blanco, él suele todavía despertar y no puede asimilar, es tanta realidad para su fantasía,  anoche me conto que mientras besaba el piso un puñal le jadeaba la espalda y sentía que era ella, las nueces del silencio suelen apretujar tus pompas de carcajeos y regocijos, sigue pensando en las mariposas con sus cuentos interminables, no eran de seda esas letras cortas que descifran al amor.

Mi ventana sonaba y era soledad quien me buscaba, traía un ramo de tarabillas  e incentivos para calmar el volcán en erupción de secuaces críticos que ponen floreros en tu caso y así calmar tu torrente claro, a pesar que la telaraña que está en el esquinero, el mechero lo ha quemado y doña patona se ha quejado porque le han sancochado sus huevos que no tiene yema si no corazón, muchos corazoncillos dentro de ellas, no me toques la puerta otra vez para jalarme el pelo y besar tu presencia. 

Y  no caigan hojas mías todavía, podemos charlar, cuéntame de tus viejos, acaso se pelearon después de la última vez que estuvieron solteros? Algo así pasa con las cuchillas que llueven de noche y rompen las persianas, no soportas las clavadas y heredas al dolorcillo humeante que nubla a las células de tu cartílago delicado y protector de donde caen tus lágrimas. A veces quiero distraerte, guiñarte el ojo para que te sientes delante mío y me escuches al socavón del cañón con equillos tristes, ya no estés triste don temor, no se ira, no se ira la primavera y seguiremos cantando las canciones cuneras que te acompañan mientras duermes, pero ya no despiertes. Así está mejor. 
 
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