Las
hojas del silencio me incitan a pensar, no se desprendan como si invierno ya
nos hubiese bañado , cantemos una sonata para el amanecer o una cunera aquella
que me cosquilleaba de bebé, no se caigan hojas del tiempo y del espacio,
acompáñenme a vestir mi pesar y tomen de mis venas rencorosas que pintan en mis
brazos para recorrer la rabia debajo de una copa amarga esta noche, que tiriten
sus ojos no importa, que caiga la cascada y que no haya remolinos en esta
habitación, ya no importa.
La
lluvia moja al alma cuando no nos abrigamos bien y salimos a caminar en
lloviznas, cuando no debemos salir y aprendemos a correr riesgo como cuando
rueda la piedra en un torrente, la gente; la gente solo mira porque te has
pintado la cara y aglomeras tu circo pretencioso. No se caigan todavía hojas
hojitas restos de primavera, entiendo que ya paso el tiempo de los cantos y los
viajes en corceles por los campos de artes de tempera amarilla, verde y blanco,
él suele todavía despertar y no puede asimilar, es tanta realidad para su
fantasía, anoche me conto que mientras besaba el piso un puñal le jadeaba
la espalda y sentía que era ella, las nueces del silencio suelen apretujar tus
pompas de carcajeos y regocijos, sigue pensando en las mariposas con sus
cuentos interminables, no eran de seda esas letras cortas que descifran al
amor.
Mi ventana sonaba y era soledad quien me buscaba, traía un ramo de
tarabillas e incentivos para calmar el volcán en erupción de secuaces
críticos que ponen floreros en tu caso y así calmar tu torrente claro, a pesar
que la telaraña que está en el esquinero, el mechero lo ha quemado y doña
patona se ha quejado porque le han sancochado sus huevos que no tiene yema si
no corazón, muchos corazoncillos dentro de ellas, no me toques la puerta otra
vez para jalarme el pelo y besar tu presencia.
Y no caigan hojas mías
todavía, podemos charlar, cuéntame de tus viejos, acaso se pelearon después de
la última vez que estuvieron solteros? Algo así pasa con las cuchillas que
llueven de noche y rompen las persianas, no soportas las clavadas y heredas al
dolorcillo humeante que nubla a las células de tu cartílago delicado y
protector de donde caen tus lágrimas. A veces quiero distraerte, guiñarte el
ojo para que te sientes delante mío y me escuches al socavón del cañón con
equillos tristes, ya no estés triste don temor, no se ira, no se ira la
primavera y seguiremos cantando las canciones cuneras que te acompañan mientras
duermes, pero ya no despiertes. Así está mejor.