21 de noviembre de 2013

Señor barriga

Se te hace costumbre caminar con la barriga apretada, a mí se me hizo costumbre alguna vez, andaba como si retuviera el aire de la respiración y con ese ritmo en el abdomen; caminaba como si nada ocurriera. Tenía la barriga más plana que todos los sebosos que me rodean, yo era diferente a los que suelen cargar toda su grasa que rebasa por encima del pantalón, se les llena la barriga en el polo, estirándolo abruptamente y el polo que pide auxilio. No sé si haya sido un error mirar con ese desprecio a la gente que se distrae demasiado y cuando se da cuenta; la panza le ha deformado el cuerpo, pero lo cierto es que es a mí a quien ahora le empieza a rebasar la panza y no estoy distraído, estoy tranquilo, no hay alarma, supongo que es natural.

Digo natural, porque lo natural siempre fue invencible, la naturaleza es la verdadera y original imagen de las cosas que nos rodean, por ejemplo los truenos y los rayos siempre han existido y sobrepasan a los efectos especiales de las películas en cuanto al nivel de asombro que produce en nosotros. Es tan innatural tener trasero o tetas de silicona, como también es tan innatural tomarse un café sin café y es innatural o estúpido comer el chocolate blanco de sublime y es tan innatural tener que hacer ejercidos en un gimnasio para tener un cuerpo duro y de robot. Esos brazos toscos como troncos de manera y ese torso tan animal, creo que ya es de físico culturistas, no hagan muchos ejercicios, todo en exceso es dañino, eso es innatural.

Si es cierto, ahora que sigo escribiendo en mi viejo escritorio; sentado sobre una silla maso menos cómoda, me aprieta la cadera, es la correa. Tengo que aflojarlo un poco porque mucho estar sentado, leer porquerías y consumir información chatarra en el computador me ha engordado literalmente, bueno no engordado, me ha engrasado la parte delantera de mi cuerpo, que es mi panza. Siempre me he alimentado bien, no tengo problemas en ese aspecto, como como rico, a lo peruano, o es ese aspecto alimenticio es lo que me hace crecer esta barriga incontrolable.

Lo peor es que no puedo hacer abdominales, por lo mismo que no tengo abdomen sino grasa, eso está claro. De hecho siempre tenía una pequeña pancita que lo solucionaba reteniendo el aire de mi respiración, pero ahora no responde mi barriga, no quiere desaparecer con mi vieja técnica, es como si no pudieras mover alguno de tus dedos en la mano, no reacciona mi barriga, siento que es como una masa independiente de carne muerta pegada a mí, a mi cuerpo esbelto. Qué ironía.

Pero no me alarma, mis amigas—que son pocas—dicen alguna de ellas: que no creen que sea el cuerpo perfecto lo que ellas buscan, aseguran no querer a un hombre con un cuerpo escultural con grandes musculaturas, sino maso menos—como yo—ni tan esqueleto ni tan embutido como tú. La única vez que he tenido problema con mi cuerpo; es con Samira, una amiga que me invito a ver pornografía en mi propio computador, casi terminamos en-sexandonos, ya nos quitábamos las ropas y me dijo que yo era muy tierno mientras caímos sobre la cama, ‘eres lindo, tienes una piel muy suave’ balbuceaba y así seguimos, hasta que se retuvo, y no pasó nada al final. Deduzco que por mi

piel —supuestamente—tan suave, ella sentía que iba a tener sexo con una mujer, que vergüenza, pero en el peor de los casos no me causa impotencia, al final no tengo gustos por la pornografía, ni el sexo casual, pero si tengo instinto masculino de hecho, era imperdonable no tocarle el cuerpo.

Sé que cuando cumpla treinta o cuarenta o sobrepase esas edades; tendré mucha más barriga, mucha, me resigno a tener que cargar con este peso y en ese entonces tendré que estar en una típica silla de patio con diarios que leer o un escritorio donde escribir para refugiarme, con una cervezas a la mano, como si fuera un tipo abismalmente aburrido, un tipo que se gasta el tiempo hablando de sí mismo, lo peor es que quizá termine solo, muera solo y mis cenizas de incineración tengan que entrar en una vasija con mucha panza como yo, o mejor, terminaré en una lata de café descafeinado donde diga finalmente, ahí está el majestuoso y repudiable señor barriga. No se molesten en guardarme, ahórrense y échenme en el olvido.

Noviembre 2013
 
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