17 de julio de 2015

Que chévere tu polo

Vivo en el tercer piso en una esquina de un barrio regularmente chévere. Hoy por la mañana mientras bajaba y salía hacia la calle; me encontré con una amiga que no veía hace tiempo y en serio bastante tiempo, como seis o siete años.

-¿Kenny?, escuché y no sé porque ¡maldición!, mi cuerpo se estremece cuando alguien pronuncia mi nombre por la calle.

Con ese temor volteo la mirada y era una chica.

-Hola, cómo estás- En serio siempre me pasa y maldigo a mi falta de capacidad de recordar a las personas. (No la recordaba)

-¿No me reconoces no?-me dice- Sonriendo y me descubrió. Solo sonreí también.

Eran como las 7:00Am, baje a comprar café, en serio suelo estar despierto toda la madrugada leyendo tuits y artículos en internet o novelas cortas. Estaba despeinado, más de lo que suelo estar, o sea inmirable, gordo y chino con ojeras de color chocolate.

-La verdad y por favor dame pistas para recordarte- le dije como bromeando.

-Soy yo pues huevon. Abigail ya no recuerdas a las amigas- me reclama también sonriendo- Abigail,Abigail,Abigail, corren en mi memoria y un segundo después la logro recordar.

-¡Qué es de tu vida!- Le digo emocionado. A Abi como la llamo, la conocí cuando estaba viajando en bus en las vacaciones que no tenía, porque aún no estaba en la universidad y nos tocó la misma pareja de asientos, no recuerdo los números de asientos, pero si recuerdo que antes de subir a ese bus quería que siempre me toque alguna persona paja para charlar en el viaje.

La verdad en todos los viajes que suelo hacer a mitad y fin de año, nunca me tocan personas así, la única era Abi que cuando me estaba poniendo los audífonos para oír mi playlist de viaje, me dijo:

-Te sentaste en mi asiento-

-¡Ha! Perdón- le dije rápidamente- Cambiándome de asiento hacia el pasillo-que por cierto odio los asientos de pasillo-Recuerdo que ese tiempo estaba obsesionado con la banda CCR y estaba con la impotencia de no poderme hacerme crecer el cabello, porque lo tengo desconfigurado, desordenado y color indefinido.

Me di cuenta que tenía el polo de CCR y viajaba hacia Arequipa, que chevere decía en mi mente. El punto es que no me resistí a decirle:

-Que chevere tu polo- y me miró como que extraña y era extraño. Al menos ahora es extraño que alguien desconocido venga y te diga: Que paja tu pantalón, tu polo, tus zapatos o me gusta un culo tu suéter y tu bufanda y tus guantes y tus calcetas.

-Lo decía… por el estampado, la banda, lo escucho bastante- Le dije un poco palteado.

-Ni sabía que era de un banda- me dijo extrañada mientras guardaba su pequeña maleta. Quedé palteado aún más, ni siquiera escuchaba rock. Lo bueno es que ella me retomó el habla después, cuando ya habíamos recorrido como veinte minutos de distancia.

-Hacia dónde vas- me dijo y no la escuche porque estaba con los audífonos, solo veía sus labios mover y me quite rápidamente.

-Hacia dónde vas- Repitió. Entonces empezamos a conversar bastante, sobre los lugares, las comidas, el bus, la gente, el amor, los amigos y otras cosas más.

Lo espectacular era que hicimos conexión inmediata y yo ya me había enamorado y la quería invitar a salir, pero me estaba olvidando que la acababa de conocer. Lo cierto es que fuimos muy buenos amigos desde entonces, habíamos coincidido en el viaje e íbamos al mismo lugar. Salimos en año nuevo del 2010 y luego seguimos hablando por Facebook por tiempo y luego desapareció, hasta hoy en la mañana cuando Kenny el ojeroso salió en busca de café para doparse un poco y no quedarse dormido.

-Yo debería preguntar que es de tu vida- me responde. Voy a saludarla con un abrazo.

-Entonces debería responder qué haces aquí en la puerta de la casa donde vivo-le digo sarcástico.

-¿Qué, vives aquí?

-Sí, desde hace como nueve meses.

- Yo vine de Lima, mi esposo trabaja aquí y vine a visitarle.

-¿Ya estás estás casada? La miro sorprendido.

- Y con hijo incluido- dice y nos reímos los dos.

- Cuanto has cambiado, imagino como debes estar mirándome: mira que gordo estás- le digo.

- ¿Los años no perdonan no?

- Tampoco le pedimos perdón ¿no? Le bromeo y nos quedamos conversando como media hora, poniéndonos al día de las cosas que pasaron. Me dejó su número porque se lo pedí e intercambiamos y yo sé que no la voy a llamar, no tendría sentido si estará en otro sitio, al menos un mensaje de texto, me digo a mí mismo, mientras anotaba en mi agenda del teléfono.

Parecía apurada y nos despedimos.

Me llamó bastante la atención, porque me he dado cuenta que las personas con las que he simpatizado más, han sido con las que poco me he visto y pienso y me pregunto que si conocernos y vernos más nos aleja más (Esa costumbre de aburrimiento presencial).

Me puse a pensar aún más de lo que sucede con este tema mientras tomaba el café, no sé, en por qué poco a poco dejamos desapercibido a las personas que tenemos cerca y extrañamos a los que están lejos, y cuando la tenemos cerca le hacemos fiesta de bienvenida y si no se van; pasan a la lista de menos importantes.

¿Entonces hay que alejarse un poco para empezar a extrañarnos? , me digo y me da mucho gusto siempre volver a ver a las personas después de tanto tiempo, es como si nos dijéramos: No nos separemos más, abracémonos y contémonos chistes. Pero concluyo que es la ley de la vitalidad social: Somos animales de costumbre y nos acostumbramos a no querernos más de tanto estar juntos. En serio no debería ser así.

Escuche una piedrita golpear la ventana de mi habitación, me asome para ver quién me estaba llamando desde afuera.

-Oye, ¿Tu no desayunas no?- Era Abi, había vuelto y nos fuimos a desayunar cualquier cosa.

(SoundTrack- CCR: Have You Ever Seen The Rain?)
 
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