Hace aproximadamente diez años me dio la idea de vender jugos de naranja en la esquina del mercado, justo en la puerta donde salen los comprantes y tanto he trabajado que ya se las horas punta, los momentos en la que las personas tienen sed de camello, ahí tomo el exprimidor como si fuera una cosa sexual, le doy duro con esmero y pienso que cuando sea vieja lo único que voy recordar es eso.
Los cliente me dicen, doña Marcela porque no abres un negoció un poco más grande, así formas una pequeña empresa y siempre les respondo que si lo estoy pensando tan bruta no soy y la verdad es que no lo estoy pensando, porque no quiero morir con todo esto encima. Tengo dos hijos Josecito y el Armandito, son mis dos amores, su padre los abandonó, les contaría de él pero no quiero darles mucho crédito, él solo metió su pene en mí y yo como si fuera palomitas de maíz a los nueve meses explote y nacieron mis dos hijos gemelos, así es la vida, juegas todas tus cartas y te premian doble.
Entonces los clientes me dicen doña Marcela anda, abre un local pequeño, yo te puedo hacer un préstamo y quizá te vaya bien y me pagues poco a poco, pero sonriendo haciéndome la ingenua les digo que es una buena idea, pero en si no es una buena idea, no quiero apestar a naranja el día de mi velorio. ¿Por qué lo hago?, pues por Josecito y el Armandito. Yo sé que cuando ellos sean grandes profesionales serán mejor que su madre palomita de maíz.
Cotidianamente me despierto a las tres de la madrugada, preparo el desayuno, de paso el almuerzo y dejo en dos táperes para mis hijos, el azul es para Josecito y el amarillo es del Armandito, el refresco lo prepara el que despierta ultimo y así a esa hora ya estoy saliendo a la ventana mirando el cielo, avistando si masomenos será un día soleado o revisando en internet alguna información del tiempo. A las cuatro me pongo a pelar los sacos de naranja oyendo la radio, escuchando algunas noticias e indignándome con la gente, con las autoridades, con los de la farándula. A las cinco preparo todo y me llevo todo en el triciclo que armé cuando empecé mi aventura como juguera, a mis bebés ni les molesto, trato de no despertarlos, ellos deben dormir bien para que puedan despertar con muchas energías.
Presiento que como madre, la única misión que uno debe tener es hacerte cargo de tus hijos hasta tu muerte. Josecito y el Armandito tienen veintiséis, el Josecito me ha salido un poco bipolar, me quiere y no me quiere y siempre está ocupado con sus clases de idioma, sueña con salirse del país e irse al extranjero.
El Armandito en cambio es un poco rebelde, su ilusión es hacer un gran estudio de grabación y hacer una productora donde graben grandes artistas, por eso que con mis ahorros le compre algunos de sus equipos para que pueda desenvolverse de una vez y no sé en qué estoy mal, lo veo y esta delgado, parece una rama de apio con patas y manos, debe ser por las drogas, una vez mientras buscaba mi mandil para irme al trabajo le encontré coca en sus bolsillos, pero conversé con él y le dije que lo haga medido y no se vuelva adicto. Siento que si le regaño se me va ir para la calle, ya estuvo en la cárcel una vez como ocho meses por una travesura que hizo en una pizzería con sus amigos. Esos tiempos fueron muy atormentados para mí, tuve que duplicar mis horarios de trabajo para poder sobornar a un juez y que en una audiencia libere a mi hijo, para desgracia me lo llevaron a la cárcel en invierno y tuvo que pasar mucho tiempo para verano donde por fin subieron las ventas.
Ahora está cambiando, ya no sale a la calle con sus amigos, le dije para que estudie para que sea un gran productor, pero no quiere recibir lecciones, cuando esta ebrio siempre me cuenta que quiere buscarle a su padre y pedirle que le mantenga, eso jamás, no lo puedo permitir, soy madre quien la crio desde siempre. Yo fui tetas y pelotas para ellos, que me pidan lo que quieran, total no tengo otra cosa en que gastar el poco dinero que acumulo, no me quejo de nada, yo sé que mis dos hijos serán grandes y tendrán mejor vida que su madre, no tendrán que pelar naranjas a las cuatro de la mañana y estar pendientes del clima para haber si el negocio les va bien.
No saben cómo me siento cuando mi Josecito viene a saludarme en japonés y empiezo imaginarlo, allá, a lo lejos siendo un gran profesor de español, con sus alumnos y me mande fotos por correo electrónico. Así, a mis cuarenta y seis años uso internet, correos y twitter, todo esas cosas me enseña mi Josecito, así disfruto en mi tiempos libres cuando me escriben y me retuitean, me hace divertido hablarle a los clientes de esto, se ríen a carcajadas y así los engancho, se convierten mis clientes y hasta viene en días nublados a tomar su jugo solo porque les hago sonreír.
Mis bebés y yo vivimos en una casa que nos dejó el espantajo de su padre después de un juicio que le ganamos hace mucho tiempo, al menos tenemos donde caernos muertos en las épocas malas, me entristece pensar ¿Qué será de mi Josecito y Armandito cuando me muera?, hay veces que se pelean, se meten la mano, a veces están juntos demasiado y hasta fuman marihuana juntos y los veo muy felices, pero que podría pasar cuando su madre sea un cadáver, quien les dará de comer, con que mujeres se meterán, si con algunas palomitas de maíz como yo o alguna vividora que les llevará a la perdición, hay no saben lo que a esta edad se me mete a la cabeza de una.
Me estoy preocupando hasta por las puras, a veces ya no quiero dormir por no querer quedarme dormida para siempre y dejar huérfanos a mis hijos, quiero ver a ellos cumpliendo lo que quieren luego si quieren me doy una ducha rápida con un resbalón y me destapo la cabeza de una vez, pero antes no.
Lo único que no me gusta de los clientes es que siempre me están diciendo que mis hijos deberían ayudarme a usar el exprimidor y no me enferme o que les vote de la casa de una vez para que busquen una vida. A todos les estoy dando la razón constantemente porque son clientes, solo atino a sobrellevar y pienso lo que pienso, no quiero sus consejos personales, nada de doña Marcela, doña Marcela mi culo, así es: La vida es un momento, este es el mío y de mis hijos y voy a seguir dándole duro al exprimidor como si fuera una cosa sexual, duro y sin descansar porque no quiero apestar a naranja el día de mi última morada.
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