Entonces doblo la esquina, compro el sublime y veo a la vieja vendedora y tengo un presentimiento de que va sacar ahora mismo una pistola con silenciador y me va disparar, así que no le quito de mirada en ningún instante, estoy pendiente de todos sus movimientos, sus manos sacando el vuelto, su cara, su nariz, su boca. Al costado esta su hijo, debe ser un sujeto amable, está leyendo la biblia, pero pienso que es su cómplice y en cualquier descuido: Si no me tira un trapo con sedante; de seguro planea seguirme y desnucarme en algún lugar descampado sin gente, donde pueda morirme sin que nadie proteste, pero no importa, no les tomo importancia o no quiero tomarle importancia.
La vieja me da el vuelto y parece muy poco el vuelto, no parece completo, le di como veinte soles y siento que me está dando como cuatro soles, seguro creía que me iba a poner a contar y mientras lo hacía me iba dar un tiro, solo cojo el vuelto y lo meto al bolsillo sin quitarle la mirada. Ahora no sé cómo irme del lugar, me rasco un poco la cabeza, pienso que mientras camino me introducirán un par de plomos por la espalda, que desgracia.
Que estupidez a estas alturas estoy temiendo morir, que ridiculez, como una vieja que vende cigarrillos podría querer asesinarme. Tomo el valor, así que me voy caminando como cualquier transeúnte y luego de unos pasos siento algo es mi espalda, porsiacaso disimulo y me agacho para arreglar las cuerdas del zapato y estoy gordo, me agacho y ya no puedo pararme, me pesa el cuerpo, estoy mofletudo, la gente se pone a murmurar, mira ese cerdo, mira esa foca. Todos muy serios mirándome, toda la gente me rodea y me mira, todos se detienen a mirar, así que para disimular más y no quedar en vergüenza; me tiro al piso así por así y me hecho a dormir una siesta en medio de la calle, me habían disparado, así que despierto. Todo era un sueño.