14 de septiembre de 2013

La chica del correo electrónico

Hace como cuatro años atrás conocí una muchacha en algún paraje de algún lugar de este mundo, ella tenía el pelo el cabello indeciso entre castaño y negro, en cierto modo o de alguna manera se parecía al mío, cuando la vi me llamó la atención y me atreví hablarle, por primera vez en mi vida me había atrevido a hablarle a una mujer sin que nadie haga el puente para poder comunicarnos. “¡Hola!” le dije, espere que respondiera y me dijera hola también, de hecho estudiábamos en la misma prepa, ya me había visto o eso es lo pensaba yo, en ese momento se me vino la duda y dije en mente “O es que acaso nunca me vio, ni le llame la atención, ¿Por qué estoy tan seguro y me atrevo a venir hablarle como un total desconocido?”, “Ah… hola” respondió, uf un suspiro, hasta ese “Ah… Hola” que ella me dijo, ya habían pasado como ocho segundos y yo estaba parado un poco avergonzado esperando a que hablara, pero sí, me trato como si fuera desconocido, apenas respondió, me miró y en instantes volteo la mirada y siguió caminando, justo esas horas salíamos de la prepa, gran cantidad de alumnos entre el bullicio y el tráfico humano en un desorden insoportable. No tenía que quedarme callado, no sabía que preguntarle; “Cuál es tu nombre” pregunte un poco inseguro, en un momento pensé que me diría, ¿perdón te conozco?, pero felizmente es que no fue así, “ha Bitzy” por fin me dijo su nombre, estuve feliz, ya la tenía entre mis manos, de ahí de hecho no iba a parar la charla conquistadora, “¿Cómo no te oí?” pregunte de nuevo haciéndome el que no escuchaba, pero solo quería escuchar su nombre pronunciada desde sus labios, “Ah dime Cruz”, ¿Cruz?, pero que demonios, primero me dijo Bitzy y ahora me dice Cruz, “Pero dime Camila” añadió, en ese momento sus nombres me idiotizaron, pensé que no quería decirme su nombre, pero cuál sería su nombre finalmente. “Bueno… Camila, como te va, por cierto bonitos nombres” le dije ni tan tímido, ni tan entusiasmado. “A mí también me gusta” agregó y así empezamos a charlar, caminamos como siete cuadras e iba subirse a un microbús, lo último que pensé en pedirle fue su número de teléfono pero antes de pedirle arrancó una esquina de la hoja de su cuaderno y me regaló su correo electrónico. No supe que decirla, me quede silenciado, me dio un beso en la mejía y partió.

El resto de la historia es cuento aburrido que solo a mí me interesaría y quizá a ella o en peor de los casos no le interese ni a ella quizá ni sabe que escribo un blog que nadie lee, lo cierto y lo curioso es que desde entonces casi siempre nos comunicamos por correo electrónico. Yo recuerdo que me pasaba horas en escribir a puño y letra una carta en mis épocas de enamorado o esas pequeñas ilusiones que nacen en la adolescencia temprana y demasiada temprana, lo romántico y cursi está en mis venas. Apenas ella subió al micro y se fue, entre al internet a agregarla al Messenger, la moda era esa, abrir el chat y hablarla con más tranquilidad, pensando bien lo que vas a decir y sin fallas ortográficas, pero no fue como lo pensaba. Apenas se conectó, jamás me dijo un hola, ni me envió un emoticón, a pesar que yo la hablaba, quería que respondiera y hacia hasta lo imposible para que diga siquiera ‘como estas’, le llene de mensajes instantáneos en la ventana de chat que hasta me arrepentí de escribir muchas cosas que pensé que la había arruinado todo.

Cuando volvimos a la prepa volvimos a platicar con total normalidad, como si no supiese que le hable por el chat y me pase todo un fin de semana pensando en que le había caído mal, pero, la invite una gaseosa y hablamos de otras cosas como esas típicas conversaciones de los cursos, que le gustaba de la vida y que pensaba estudiar, hasta que llegamos a tratar sobre el chat, le dije que nunca me respondió y como siempre yo orgulloso empecé a reclamarla sin justificación alguna, Ahí ella me confesó que no le gustaba la tecnología, jamás le llamó la atención el Messenger ni el estar charlando por ventanas de chat, así que me pidió que solo utilizara los correos, esos que te llegan a la bandeja de entrada. Desde entonces aprendí que los correos son los únicos que pueden reemplazar a las cartas que se escribían a puño y letra. Aprendí que las ventanas del chat solo quitan originalidad, los temas

a tratar son cosas inusuales o no necesarias, las conversaciones terminan rápido y llega un momento donde ya no tienes que decir y ves a esa persona conectada todo el santo día y si le hablas solo se dirán ‘hola como estas, bien, chau’, etc. Me pareció interesante, Camila me había enviado un correo a mi bandeja aquella tarde, cuando abrí encontré su escrito, era tal o igual que una carta, algo más romántico que escribir en una ventana de chat o hablar por un teléfono. Desde entonces charlamos en largos escritos por el correo electrónico, me enviaba un día para responderla en una semana y otra semana ella me respondía, era genial, siempre había de que hablar en un mensaje que incluía siempre los Postdatas con algo curioso.

Lo que pasa es que hoy después de tiempo he vuelto a mi bandeja de entrada en un correo antiguo, el mismo que utilicé para Camila, con quien me llevé muy bien, fuimos felices, y pues a pesar que nunca supe su nombre o quizá si lo supe y fue uno de los que me dio, pero dejó de escribirme cuando terminó la prepa, ella ingresó a la universidad, yo no ingresé a la universidad y yo me fui lejos de ese lugar, no supe más, y hoy volví abrir el viejo correo electrónico y encontré mensajes escritos por ella en los meses de febrero, marzo, abril y mayo de este año. Mi intensión nunca fue hacer que fuera mi novia, si quise conquistar era para hacerla mi amiga y así fue, nunca la vi con otros ojos sin embargo necesitaba hablarle, charlar con ella. Ahora que la leo, la siento tal como la conocí, me dieron ganas de volver a verla, aún conserva su estilo para cuando escribe. Quizá se recordó de mí y decidió escribirme, ahora se casará en octubre, me hace reflexionar de cuánto tiempo ha pasado, en mi también han surgido muchos cambios. De hecho y hecho no dudé en responder con tal regocijo, con sorpresa así como la apapachara mediante un correo electrónico, quizá ya la leo, seguro me responderá y recordaremos viejos tiempos, son cosas que pasan en la vida, yo todavía no me casaré pero tengo muchas cosas que contarle.

PD: Si hay algo que rescatar de las tecnologías en cuanto a las buenas costumbres del siglo pasado, son los correos electrónicos.

Septiembre 2013
 
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