Tomé un matecito de coca una mañana y mirando la ventana en plena pandemia llena de dolor, tomé mi maleta, mis angustias y lo que creo que más amo, la convencí y en un par de días aparecí en la ciudad del Cusco. Ica me ha dado lo mejor, el amor, desamor, la sociedad, la comida y los problemas para la prensa. Siempre escaso de amigos, me dio solo algunos y cuanto los extraño.
Sigo escuchando Nadie Sale Vivo de Aquí, un álbum de Calamaro del 89, tan puro, tan fino y tan policiaco como traicioneros todos y la noche que se termina en el momento más difícil. Dejo el periodismo aunque uno nunca deja de serlo. Fundé un diario y conocí gente buena, nadie me abrió la puerta, entonces yo hice mi puerta y la abrí para mí, hice pocos amigos por no decir uno y escuchamos al rock and roll en pleno 2021 y algún día tenía que llegar este momentillo.
Hace unos días tuve que viajar a Lima por urgencia y dejé a la música en el Cusco, le prometí que luego de esto jamás la dejaré y me dice que me extraña. Puede ser ella o el arte, ya no quiero pensar, quiero acostarme una mañana de frío algo desvelado y dormirme a soñar. Algo muy grande estará por ocurrir y según yo son cancioncitas de nostalgia con gente buena de pueblo para danzar las penas. Se que sí y vaya que acogedor es el concepto, ya no quiero nada más.
No te conozco, no nos conocemos pero sé que eres buena gente. Uno juega al moralizador cogiendo un arma buscando la justicia del sistema, ay uno juega, juega con pasión, hoy solo quiero coger una baqueta un mazo, una bandurria, una guitarra o un sintetizador molecular en el espacio que se arma cuando cierras los ojos y en esa oscuridad dibujas lo que amas, luego sonríes y te quedas dormido, que cansado que estoy.
-Kenny
24.04.21