13 de octubre de 2013

Historias de bar

Esta madrugada una vez más salí corriendo del asqueroso y maloliente bar de donde siempre salgo todos los domingos, con mi chaqueta negra, sucia, vieja y mi cabello crecido y algo maltratado, que importa, caminaba por la calle fría, fumaba un cigarrillo barato, no tengo mucho dinero, no es que no tenga, andaba en eso estos días.

Mi hermana es estilista, tiene dos salones pero yo no existo para ella, la última vez que existí y me abrió las puertas de su vida y se perdieron sus plan-chas y secadoras de su departamento, de hecho necesitaba dinero, siempre lo necesito, todos lo necesitan, no es para tanto hermanita, no es para tanto, perdón.

Lo que sé es que me siento orgulloso de ella, y también orgulloso de que ella no sienta ni orgullo ni lastima ni nada por mí, vive feliz, tiene un depar-tamento de lujo, un auto, un marido, dos hijas y son motivos suficientes para vivir y puede morirse tranquila, no la tengo envidia. Yo vivo con Julián, un viejo gringo que se vino de Norteamérica, porque su esposa lo de-mando por asesinar a su suegra, que importa que haya matado a esa vieja de mierda, seguro que era como la mayoría de las suegras del mundo, jodevidas, esas suegras petulantes, pero, yo no tengo suegra.

En realidad yo no tengo nada, mis padres murieron hace quince años, yo tengo veintiocho y mi hermana treinta y ocho, lo único que tengo es al gringo y un par de amigos en el bar que son Robin y Roco, lo único que hacen estos tipos es beber, beber, sexo, regué y rock, a veces los odio porque siento que por sus culpas sigo aquí sin ser nada carajo, por sus culpas soy un vagabundo desamparado más, pero a veces nos reímos y me pregunto ¿Qué más quiero?, tengo amigos descarriados, borrachos, fracasados y sinceros, además tengo donde dormir, tengo comida y mujeres. Soy feliz.

Al gringo Julián lo conocí hace mucho tiempo, cuando mis viejos murieron en el accidente de un tren que iba al Machu Picchu, era como las ocho de la mañana, la lluvia no había parado desde un día antes, por eso se derrumbó un trozo de cerro y descarriló el tren, en ahí estaban mis padres, el gringo estaba en el mismo tren y sobrevivió para contármelo, me dijo que no tenía que ser identificado, porque pudo haber sido deportado, luego encarcelado para siempre en su país, así es que cogió una mochila cualquiera y fugó con el rostro en-sangrentado y la pierna fracturada. Días después el gringo se enteró por las noticias que la mochila era de mi papá, ahí había ropas, un álbum de fotos, algo de dinero y muchas cosas más, es por eso que vino a buscarme, no tenía donde ir, aquí unos amigos le ayudaron, borró su nombre, se puso Julián y volvió a empezar su vida.

Si trabajar se llama ayudar al gringo en su asqueroso y maloliente bar, pues entonces tra-bajo con el gringo en su asqueroso y maloliente bar, pero termino ebrio todos los sábados, el gringo también y Robin y Roco ni que hablar, lo bueno es que el gringo es inteligente, tiene a varios trabajando para él, no tiene pierde en su negocio y le va bien, de hecho me mantiene por eso le debo bastante, siempre dice que ya no es tiempo de andar con la moda de los ochentas, con pulseras, collares, ropa negra, cabello largo, rock and roll y la puta-madre, sino, es el tiempo donde vale más el poder, ganar dinero y pasear por el mundo en aventuras, nos gusta la idea, nos tiene con eso desde siempre, que nos largaremos del Perú, iremos a conocer nuevos lugares, hacer una familia por ahí y morir en algún lugar después de haber recorrido el mundo. Gringo de mierda como te quiero.

Siempre uña y mugre Robin y Roco, o mejor dicho son la misma uña o mucho mejor y bien dicho son la misma mugre, siempre andan juntos, trabajan en el recolector de basura de la ciudad, se sienten orgullosos de su trabajo porque tienen sueldo mensual, orgullosos con su recibo por honorarios y la tarjeta de crédito que engorda cada treinta días. Los conocí una vez mientras descargaban desperdicios en el botadero, yo estaba dormido entre el nauseabundo basural, unos tipos me habían dado una paliza aquella vez por la culpa de una mujer, después de golpearme y desmayarme me llevaron en su auto hasta ese lugar y me abandonaron. Robin y Roco me recogieron como a una etiqueta mojada de cerveza y me llevaron a su casa, por eso Robin, Roco y yo somos amigos de basura.

Hoy por la tarde desperté con los estragos de la borrachera, con mis cachetes quemantes, ojos hinchados, mal aliento, ya sano y con una hambre de cerdo asesino, de seguro como todos los domingos el gringo iba a esperarme en el bar, para desinfectar y limpiar los es-combros, restos de la noche, Así fue, pero cuando llegué, el gringo estaba parado en el medio del bar, callado, con la mirada perdida, todo estaba vacío, sin mesas, sin espejos, sin focos, sin barra, sin tragos, sin nada en absoluto… Se me quitó la resaca y se abrieron mis ojos como las de un gato cuando le aprietan el cuello, ¡carajo! robaron el bar, ¡jodieron al gringo!, ahora sí que no soy nadie-pensé- y el gringo parecía estar asustado, yo también lo estaba, nos miramos y quedamos callados.

-Todo acabó aquí-dijo el gringo-, pero ¡qué pasó! pregunté de inmediato, -tudo acabó, no hay bar, nu tragos, nu hay nada, -agregó- con su acento de gringo hablando castellano. Pero.. ¡Podemos averiguar quién fue el quien hizo todo esto!, ¡podemos recupéralo!, ¡yo sé cómo!, -le animé- nu hay nada que hacer, tudo terminó aquí, nu podemos recuperar La Lancha—así se llamaba el bar—yo mismo lo vendí. El gringo había vendido el bar, ¡porque vendiste el bar si vivíamos de eso!-le reclamé-¿Simpre pensabas vivir así?, me pregunto el gringo-por eso es que peruanos estamos jodidos—siempre se sentía peruano—¿Nunca pensaste salir di aquí?, cumo dije simpre, tinemos que escapar de aquí. El gringo tenía razón, yo era conformista. -Ya hable con Robin y Roco, nos iremos viaje mañana a Europa,

¿vendrás con nosotros? Carajo, todos habían pensado en su futuro, todos querían en ver-dad largarse de aquí, yo no hice nada, me quede callado casi un minuto, sentía que era el hombre más estúpido del mundo. ¡No tengo dinero! no tengo nada-le dije- después de mi largo silencio y justo aparecieron Robin y Roco, con cervezas en la mano, ¡¡Listos para el largo viaje muchachos!! exclamó animoso Roco, ¿Lo tenían planeado no?, Les reclame moviendo la cabeza en vertical. -Cómo, Julián… ¿no le dijiste nada? -preguntó Robin al gringo- In eso estaba, hasta que llegaron. ¡Vamos anímate viejo! me decían Robin y Roco, mis amigos de siempre, mis amigos de basura, diciéndome ¡vamos anímate! Carajo era lo peor, sabiendo que no tengo ni un puto sol. -Ya te dije gringo, no tengo plata ni para un micro, anden no más, les deseo lo mejor-recalqué- me di media vuelta y me dirigí hacia puerta, quería salir ya de ese lugar e irme a la mierda o la ¡conchasumare!, y un paso de la puerta… -¿en serio nu vas con nosotros?, oí la voz del gringo, no lo soportaba, ¿acaso querían burlarse de mí?, ¡Carajo ya les dije!, ¡no tengo plata!, y si quieren prestarme dinero por lastima igual, no acepto, nadie me debe ni debo a nadie… ¡Abel…—por cierto me llamo Abel— no debes a nadie, pero somos amigos y yo soy quien te debo, trabajaste para mi durante años, nunca mi cobraste, ¡¡¡tengo tu dinero!!!… -exaltó el gringo-, como todo un libertador. ¡Carajo! este gringo me había dado una lección, en ese momento yo volví a nacer, se me hincho el corazón de regocijo, ¡todos gritamos de alegría!, se destaparon las cervezas y celebramos en el bar vacío por última vez esta tarde, esta tarde; antes de tomar este avión donde en estos momentos estoy sentado junto a mis amigos rumbo a Italia. Gratzi…
 
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