20 de abril de 2013

Algo cotidiano II

Espero moto-taxi. Prefiero moto porque el micro me aborrece, es decir no voy ni en taxi ni en combi ni en micro, porque las motos son condescendientes y familia de los rápidos y furiosos.

Estuve entre Tottus y San Martin esperando una moto, entre miles que circundan en esta ciudad, a tal punto que parecen hormigas con características de ratas zarrapastrosas o como escarabajos de a montones y ovejas lanuadas y empujonas, esas son las motos taxi en Ica. Pero Para elegir a cual moto-taxi –por fin—subir tengo que verle la cara: Porque no subo a motos con un conductor que tenga una gorra de pico plano, no subo a motos con un cajón de música reggaetón bajo el asiento, no me subo a motos donde el sudoroso chofer conduce casi calato y agachado, con los pies levantados y manejando con una sola mano, no me subo a motos con demasiados adornos y cuando subes parece que te subes a un mini-prostíbulo con floresentes, en resumen no subo a motos de barruntos y muchas cosas más que hacen deteste a las motos y aun así subo a uno de los 100 que pasen y no chapo taxi porque la economía es escasa o a lo mejor ahorramos un poco o sino simplemente porque prefiero comprarme una galleta más e ir en moto y más rápido, más veloz, más imprudente.

Mientras las motos hacían pasarela y yo elegía entre tantas a una, había una pareja de esposos o amantes—no se—se estaban casi comiendo entre los dos, "Tú me dejaste, ahora te quejas, ahora pe mariconcito, suéltame…" decía la gordita y el crespo trigueño le sujetaba de los brazos. "Carajo entiende pues gorda, que te dije ¿a? que te dije..." le gritaba el crespo que más daba miedo. Sin duda yo solo estaba viendo a cual moto elegir y De hecho no me importaba que esos seres humamos discutieran o se mataran, solo quería llegar a mi habitación para vivir en paz y liberarme de este ruido insoportable de Ica, yo levantaba la cabeza para ver a algún mototaxista sano y enano porque tengo posibilidad de que si me trata de robar puedo salvarme, si es posible lastimarlo—también viendo esas posibilidades—de pronto "y tú que mierda miras sapo conchatumadre" escuche y era el tipo de las discusión, el quien casi se comen con su novia gorda y se estaba dirigiéndome a mí, de pronto no le dije nada, estaba asustado, pasmado, no le hice caso y me subí a una moto verde con un mototaxista de cara sana, sin radio ni puertas y me fui, solo escuche. "Te voy a buscar conchatumadre, sapo de mierda...",—búscame pues cara de cebolla—dije entre mí, de hecho no le he dicho a nadie así—ahora por fin en mi habitación, adorable, en mi habitación en desorden tocando una armónica tremolo asiática, que tranquilidad.
 
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