Yo no estaba loco esa veces, pero todos me
refutan y me lo repiten a cada segundo y me califican como Loco de mierda, hijo
de puta, patrulazo. Pero altamente he sabido controlar mis instintos diminutos,
no necesito ponerme apático ni ostentoso para sustentar con inteligencia lo que
me ocurría cuando lo planee, así como se planea una gran asalto o un asesinato.
Lo dibuje como a un esqueleto humano en una maqueta frágil, quise demostrarle y
decirle al mundo que la gente es estúpida en masa, ese fue mi objetivo, fue mi
adicción tener esa vanguardia para lograr algo significante, yo lo considero
como un aporte a la humanidad inhumana, se lo merecían, pero no merecí quedar
sin huevos, eso no.
Mi nombre es Kamel, un nombre musulmán que
significa “perfecto” soy varón y tengo 35 años me eh tomado la molestia de
hacerles un favor, un favor que quizá la humanidad merece saberlo, merece
cambiar. No me he creído perfecto en toda mi vida hasta los 33 años, fue cuando
quería demostrarle al mundo que son una perfecta sarta de estúpidos, siempre en
masa siempre. Quizá tuve un poco más de autoestima o sobre-autoestima que todos
juntos, pero en sí: siempre he perdido, siempre he sido un desperdicio que
jamás logro terminar una universidad, o un ciclo en capacitaciones baratas,
tampoco he querido tener una familia o hijos, no querría ser un papa perdedor,
pero ahora ya no puedo procrear hijos, no tengo huevos me los volaron.
A pesar de que jamás me tome la innata
molestia de conquistar una mujer, no me he tomado tampoco la molestia de
esforzarme por soñar con una vida astuta, feliz con un sueño americano, 3
bicicletas, dos autos, una esposa de buena nalga y tetona y una casa con todas
las comodidades, jamás lo he soñado, ni lo hago. Siento que he nacido para
aquella misión, no me arrepiento, antes: mi vida no tenía sentido pero a los 33
supe que sí, Dios me creo, me mando a este mundo para eso, para demostrarles al
mundo que la gente es una sarta de estúpidos en masa, y me propuse hacerlo un 5
de diciembre en una plaza principal.
Como describir esa mañana donde reuní a un
manglar de gente, a 13 mil almas frente a mí, frente a un revolucionario que
cree que se masturbo desde que nació hasta sus 33 años solamente para por fin
explotar en la cara de esas trece mil almas, trece mil hijos de putas que me
esperaban a mí que fui el gran hijo de puta, el rey de eso trece mil hijos de
puta de esas trece mil almas y de todo el mundo. Ahora ya quiero morir, debo
morir como Jesucristo murió en una cruz y fue recordado para siempre, a mí que
me hagan un esfinge con una estatua en esa plaza mostrando mi huevos volados
enseñándoselas a todos.
Cuando desperté ese 5 de diciembre, sentí que
ya había llegado el día, suspire mil veces como retorcido mental, di los buenos
días a todos los que se me cruzaban y decía hoy es “El Discurso de Rafael
Morelos”—Rafael Morelos por quien me hice pasar, me puse ese nombre en honor a
mi abuelo—quien siempre me dijo que: “El mundo está perdido y jodido, esta
meado, la humanidad es un auto-urinario , nosotros nos meamos sobre nosotros y
olemos mal y nos quejamos” y él me encomendaba diciéndome a mis ojos inocentes
“tú lo cambiaras y liberarás a estas pobres almas inhumanas”, por eso me
encargue de preparar “El Discurso del mismísimo Rafael Morelos”.
Lo había planeado desde antes de nacer, no tengo
otro joby aparte de amar y anhelar mi obra maestra, rechinable, perspicaz y
sutil. Antes trabaje en un bar de borrachos perdidos y en un almacén de papas
de exportación hasta los 26 años, luego trabaje hasta los 30 en una tienda de
guitarras artesanales, al final he logrado juntar una suma de veinte mil
dolares simplemente para “El Discurso de Rafael Morelos”, tenía que sonar en
los oídos ajenos, tenía que llegar no solamente a las trece mil almas, los
trece mil hijos de putas sino a más, mucho más, el cual fue mi ambición, mi sana
codicia.
He comprado a un par de autoridades, he
ofrecido mi servicio gratuito de un sano evento, quise solo curarle la
enfermedad al mundo, un aporte a la humanidad. Contrate quipos de sonido de
alta potencia con tecnología en cuatro dimensiones, he cortado el tránsito
vehicular, se reunido trece mil almas, trece mil caras frente a mí.
Ese día elogie mi grandeza, supe que era
grande supe que merecía esto la raza humana que estaba deshumanizado,
idiotizado y meado, supe que nací para esto. El manglar, la muchedumbre que
esperaba el Discurso se desesperaban quería ya que suba Rafael Morelos a dar su
tan ansiado mensaje perspicaz. –Gente
estúpida decía entre mi— Prepare un escenario gigante, lucido y colorido.
Rompí esquemas, tuve escrúpulos para gritarles a todos, a enviarles el mensaje
esperado. Me acomode una corbata negra y subí al escenario, todos aplaudieron.
Seguro cuchicheaban algunos, «yo le conozco a ese hijo de puta es mi vecino», «es
mi excompañero», «ese no es nada, no puede ser un orador», pero era demasiado
tarde la gente estúpida para ese entonces y estaba en masa, ya estaba a punto
de llegar el orgasmo mundial.
Entonces grite a todo el mundo, a esas trece
mil almas: ¡Como están! Y todos en coro me decían bien, muy bien. Mi alma se
excitaba y mi cuerpo se movía solo, mi corazón vivía lo más intenso de mi vida
y grite ¡no es cucho! Y respondieron ¡Bien!, como es posible, tenia a trece mil
hijos de puta respondiéndome, entonces empecé con el discurso: Bien, buenos días a todos ustedes, me alegra
verlos contentos, felices, alegóricos y regocijados—todos empezaron a
aplaudir y a grita nuevamente, sin duda todo está a mi mando, todos están en la
palma de mis manos y lo tengo calculado—muchas
gracias… eh venido por encomienda del todo poderoso, no Dios, Dios no, o quizá
sí, no sé, los he reunido porque me encargaron, me dejaron la tare larga, que
durante toda mi vida he luchado para este momento de cumplir con dicha tarea –levanto
la voz—porque se merecen, ustedes se lo
merecen y jamás lo olvidarán, ¿sí o no?—todo el mundo respondía si con todo
el alma, la adrenalina ya estaba contagiada—si
y si se lo merecen y este será la primera y última vez que de decirle que la tantas
almas juntas hacen a un estúpido, todos ustedes juntos hacen a una mierda, la
gente en masa es estúpida y todos ustedes váyanse a la concha de sus madres,
todos adiós….
Termine cerrando los ojos y lanzándole el
micrófono oxidado al público y seguí mandándoles a la concha de sus madres a
las trece mil almas, los trece mil hijos de puta, fue entonces cuando se
oscureció mi visión, quedó opacada la luz, mis ojos no los sentía, solo percibía
que caía entre la gente como cae una lata de leche en entre tanta bazofia, caía
como una bolsa con ochenta kilos de papa, apenas veía y apenas alcanzaba a ver
cámaras de televisión y muchedumbre gritando como gritarían las bestias sobre
una enorme lava ardiendo sobre el infierno, gruñéndose, peleándose entre ellos.
Vi que me daban la paliza profunda y pueril de mi vida, y sentía tranquilidad, tranquilidad
que no sentía hace mucho tiempo—Quizá desde antes de nacer—, esa paz que se encendía
en mí como un fuego sobre la paja fina. Mi masturbación había por fin
explotado, por fin llegué al orgasmo infinito y por fin había terminado la
misión encomendada de mandarles a la concha de sus madres a los trece mil hijos
de puta, fueron palabras causticas, graves y directas, no tuve compasión.
Es día fue el mejor cabalgar de mi vida
caballeresca, por fin se cumplió mi profecía, fue entonces en ese escenario
frente a las trece mil almas estúpidas que recibí un disparo por un hijo o hija
de puta—que sospecho que fue un varón— que me voló con una bala quemante de
plomo mis humildes testículos, mis pobres e inocentes pelotas., pero ¿Quién
podría vengarse de mi con esa maldad tan infeliz e infortunio sabiendo que les
hice al mundo saber que son una cofradía de invisibles y estúpidos cuando se
unen?, ¿A quién le importaría dispararle a mis pelotas y no mandarme
directamente al pecho o destaparme el seso con una bala caliente de plomo?.
No importa, me he quedado feliz y satisfecho,
he despertado después de tres días en un hospital de mala muerte que cuando
abrí los ojos vi a otra sarta de estúpidos, escorias y ratas con cámaras y
micrófonos, eran los periodistas muertos de hambre que quizá se interesaron en
saber quién era—claro, por cometer tal desastre natural—, seguro que era un
buen titular en su periódico, canal o radio para seguir embruteciendo a la
sociedad, ya me imagino como pinte en los periódicos: «Muere demente por
insultar a miles de personas» o «Loco pierde testículos por insultar a 13 mil
almas» o «maniático queda sin pelotas por mentar la madre», uno nunca sabe o
quizá no salí ni el periódico más soez y menos culto y menos leído.
Así fue como reviví, finalmente solo algunos
diarios me en-titularon en sus portadas, --si lo hicieron, nunca los supe, ni
lo sabré—, no les conté ni a un solo espermatozoides deforme que maneja la
prensa de esta ciudad, los periodistas me buscaban como a una mina de oro o
como a una mierda escondida. Supe que hicieron un reportaje pobre sobre mí que
no los vi tampoco querré verlos, solo sé que por fin logre suspirar la fragancia
que tiene la vida y todavía preguntándome que se siente mandar a la concha de sus
madres a trece mil almas, trece mil hijos de puta que para siempre el nombre de
mi abuelo “Rafael Morelos” aniquilara sus neuronas y moriré entonces entre sus
caras despechadas y me recordaran como a Jesucristo en la cruz, a mi enseñando
las pelotas a todo el mundo mediante una esfinge de estatua en la plaza
principal.
PD: Meses más tarde Kamel logro contarle su
vida y su idea sobre “La estupidez de la gente en masa” a un periodista que
logro convencerlo, Dentro de esos meses se suicidó incendiando su propio
departamento, la prensa siempre estuvo presente. En la actualidad solo algunas
personas lo recuerdan como una leyenda, nunca le hicieron el estatua que
siempre deseó (mostrando sus pelotas al mundo en la plaza principal), antes de
suicidarse dejo una nota dentro de un caja de metal donde contenía su historia
manuscrita que fue encontrada por el mismo periodista que logró entrevistarlo
quien transcribió y publicó con el título de “El Discurso Corto de Kamel”
mediante diferentes medios.