Desde hace ya dos semanas estoy entrando a la cama a las seis o siete de la mañana, me levando del sofá con la cara pálida, le vejiga hinchada, el cabello crecido; voy a sentarme en el inodoro helado de invierno, me enjuago un poco la boca y respiro hondo después de consumir durante toda la jornada nocturna una dosis de series en Netflix y dejo caer mi cuerpo sobre la cama como un bebé elefante.
Es...
20 de junio de 2015
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