Cuando me fui de viaje en vacaciones, los días me parecieron largos y trivialmente cansados, una larga batalla pomposa durante el día y mi cama a caras de la noche era mi última morada, sentía haber desgastado todas mis calorías, totalmente refregado y lo único que podía recobrar y cargar mis baterías era dormir.
De hecho antes del viaje, mi rutina también era condecoroso, a pesar de mi poca y habitual labor durante el día, apenas caminaba a hacia la universidad, hacia algunos trabajos de algunos cursos y era lo de menos, pasaba escribiendo como parte de mi obsesión y a pesar de ese pequeño desgaste minucioso, solía dormir seducido por el cansancio.
Ahora que comienza nuevo ciclo en la carrera y por fin ha terminado las vacaciones calurosas y ha invadido el frio entrañable a mi habitación, no logro conseguir completar mi sueño ansiado como ocurría antes, apenas duermo tres a cuatro horas y despierto de la nada con el estómago caliente, queriendo salir a caminar o hacer algo, mi estado de ánimo se ha vuelto menos vulnerable, más tranquilo y con bastante paciencia, total, duermo menos que antes y me está empezando a preocupar este cambio.
Ella dice que debo seguir escribiendo y no es necesario que me lo recuerde, escribir es mi necesidad instintiva, necesito hacerlo siempre y lo hago sin pensarlo, sin darme cuenta lo estoy haciendo y no tengo asperger, pero ella insiste y me recomienda que salga hacer ejercicios como salir a correr por las mañanas con los auriculares o practicar abdominales, y lo prometo, prometo siempre que lo are, pero no logro hacerlo finalmente y no sé porque, no me ansia ni llama la suficiente atención, será por eso.
Quizá sea hora ya de emprender la aventura de escribir un libro con una novela y me parece desafiante, pero mi cobardía siempre prevalece como un tumor que sale en medio de una alergia inexplicable, siento que todavía no es hora, no estoy suficientemente listo para realizarlo.
Es como un adolescente que quiere experimentar el sentimiento de tener sexo y se siente desarmado, siente que lo puede hacer pero hay algo que le impide, necesita preservativos y alguien que le preste un cuerpo femenino para que le preste ayuda, también necesita un lugar y una inspiración como lo es el amor y yo que debo hacer un libro tengo las mismas complicaciones, o es como la encrucijada de pensar en qué momento debemos construir una familia, una esposa y un hijo, siento que escribir un libro con una novela es como engendrar un hijo y esta complot independiente que sale de mi me está dejando atormentado.
Ahora que el sueño me ha dejado porcentualmente bajo, empiezo a pensar que puede que sea la señal clamorosa que me avisa que la hora a llegado y sí, tengo lo necesario, todo lo necesario para comenzar a escribir una novela, pero tengo una papaya en la garganta que no quiere parir y no sé cómo se llama, no tiene nombre.
Ella dice que no debería pasarme la vida relatando pequeñas historias y artículos autodestructivos y yo no sé cómo explícale que esa actividad me hace sentir gozosamente bien, entonces me pongo a pensar a las seis de la mañana cuando despierto ahora, que los estoy pensando y atinaré mi problema y comenzare a engendrar mi libro, y dicho sea de paso no es novedad hacer un libro para el mundo, como tampoco no es novedad tener un hijo para el mundo, en fin es un habitante más y el libro es uno más en la biblioteca o en la mochila de viaje, además está en extinción el hábito de lectura, y si fuera por eso, no me resignaría a
escribir una novela sabiendo que solo la leerán mis escasos amigos, lo hago porque siento en mi espíritu irracional que es una de mis necesidades, quiero tener un hijo, un libro, ese instinto paternal, tan natural, pero según yo ahora, no estoy listo, lo estaré.
Pero me está preocupando el don que me está dejando, ese don de dormir tan bien, tan sumisamente sobre mi cama y despertar llena de lagañas a mediodía bocabajo deseando un baño de ducha y el almuerzo, pero ahora en estas últimas semanas apenas puedo pegar los ojos, misérrimas horas como si fuera un castigo del supremo, con sueños confusos casi pesadillas que nace en mí, que dolor congeniar ahora con mi cama.
Y si aria una novela, de que se trataría, ella me pide una historia de amor y le digo buenísima idea mi amor, que aria sin ti y entre mi digo que estúpida idea, que cojudés tener que escribir una historia de amor como si fueran escasos, preferiría escribir una novela policiaca, de amores lisiados o mujeres despechadas, aunque lo estaba pensando y entre mi lista de ideas sobresalía una ninfómana sin freno y un rodaje en letras de la cinta perfecta.
No sé si pensar que tendría que escribir o pensar que hacer para conseguir el dormir como antes, como un romántico perezoso y cuando revuelco mi cuerpo en la cama quiero pedir auxilio, un s.o.s al aire, llamar a los psicólogos, doctores, bomberos, un cura, chaman, brujo, vidente, hipnotista, procurador psicológico o un veterinario, si un veterinaria estaría bien, para conseguir en su alquimia el sueño mas justiciero.
De hecho antes del viaje, mi rutina también era condecoroso, a pesar de mi poca y habitual labor durante el día, apenas caminaba a hacia la universidad, hacia algunos trabajos de algunos cursos y era lo de menos, pasaba escribiendo como parte de mi obsesión y a pesar de ese pequeño desgaste minucioso, solía dormir seducido por el cansancio.
Ahora que comienza nuevo ciclo en la carrera y por fin ha terminado las vacaciones calurosas y ha invadido el frio entrañable a mi habitación, no logro conseguir completar mi sueño ansiado como ocurría antes, apenas duermo tres a cuatro horas y despierto de la nada con el estómago caliente, queriendo salir a caminar o hacer algo, mi estado de ánimo se ha vuelto menos vulnerable, más tranquilo y con bastante paciencia, total, duermo menos que antes y me está empezando a preocupar este cambio.
Ella dice que debo seguir escribiendo y no es necesario que me lo recuerde, escribir es mi necesidad instintiva, necesito hacerlo siempre y lo hago sin pensarlo, sin darme cuenta lo estoy haciendo y no tengo asperger, pero ella insiste y me recomienda que salga hacer ejercicios como salir a correr por las mañanas con los auriculares o practicar abdominales, y lo prometo, prometo siempre que lo are, pero no logro hacerlo finalmente y no sé porque, no me ansia ni llama la suficiente atención, será por eso.
Quizá sea hora ya de emprender la aventura de escribir un libro con una novela y me parece desafiante, pero mi cobardía siempre prevalece como un tumor que sale en medio de una alergia inexplicable, siento que todavía no es hora, no estoy suficientemente listo para realizarlo.
Es como un adolescente que quiere experimentar el sentimiento de tener sexo y se siente desarmado, siente que lo puede hacer pero hay algo que le impide, necesita preservativos y alguien que le preste un cuerpo femenino para que le preste ayuda, también necesita un lugar y una inspiración como lo es el amor y yo que debo hacer un libro tengo las mismas complicaciones, o es como la encrucijada de pensar en qué momento debemos construir una familia, una esposa y un hijo, siento que escribir un libro con una novela es como engendrar un hijo y esta complot independiente que sale de mi me está dejando atormentado.
Ahora que el sueño me ha dejado porcentualmente bajo, empiezo a pensar que puede que sea la señal clamorosa que me avisa que la hora a llegado y sí, tengo lo necesario, todo lo necesario para comenzar a escribir una novela, pero tengo una papaya en la garganta que no quiere parir y no sé cómo se llama, no tiene nombre.
Ella dice que no debería pasarme la vida relatando pequeñas historias y artículos autodestructivos y yo no sé cómo explícale que esa actividad me hace sentir gozosamente bien, entonces me pongo a pensar a las seis de la mañana cuando despierto ahora, que los estoy pensando y atinaré mi problema y comenzare a engendrar mi libro, y dicho sea de paso no es novedad hacer un libro para el mundo, como tampoco no es novedad tener un hijo para el mundo, en fin es un habitante más y el libro es uno más en la biblioteca o en la mochila de viaje, además está en extinción el hábito de lectura, y si fuera por eso, no me resignaría a
escribir una novela sabiendo que solo la leerán mis escasos amigos, lo hago porque siento en mi espíritu irracional que es una de mis necesidades, quiero tener un hijo, un libro, ese instinto paternal, tan natural, pero según yo ahora, no estoy listo, lo estaré.
Pero me está preocupando el don que me está dejando, ese don de dormir tan bien, tan sumisamente sobre mi cama y despertar llena de lagañas a mediodía bocabajo deseando un baño de ducha y el almuerzo, pero ahora en estas últimas semanas apenas puedo pegar los ojos, misérrimas horas como si fuera un castigo del supremo, con sueños confusos casi pesadillas que nace en mí, que dolor congeniar ahora con mi cama.
Y si aria una novela, de que se trataría, ella me pide una historia de amor y le digo buenísima idea mi amor, que aria sin ti y entre mi digo que estúpida idea, que cojudés tener que escribir una historia de amor como si fueran escasos, preferiría escribir una novela policiaca, de amores lisiados o mujeres despechadas, aunque lo estaba pensando y entre mi lista de ideas sobresalía una ninfómana sin freno y un rodaje en letras de la cinta perfecta.
No sé si pensar que tendría que escribir o pensar que hacer para conseguir el dormir como antes, como un romántico perezoso y cuando revuelco mi cuerpo en la cama quiero pedir auxilio, un s.o.s al aire, llamar a los psicólogos, doctores, bomberos, un cura, chaman, brujo, vidente, hipnotista, procurador psicológico o un veterinario, si un veterinaria estaría bien, para conseguir en su alquimia el sueño mas justiciero.